Una de las prácticas de competencia desleal más comunes es la colusión, qué significa básicamente ponerse de acuerdo con un competidor para favorecer o perjudicar a un tercero.
Para evitar la colusión, la SIC ha publicado varias guías para informar a los concursantes de licitaciones con el estado de cómo entender este fenómeno y por supuesto como evitarlo.
Un ejemplo de colusión puede ser: Una o varis empresas participan en una licitación únicamente con el fin de favorecer a otro participante.
Según los documentos de la SIC estás serían algunas de las formas de alertar posibles casos de colusión:
- Un mismo proveedor es el que frecuentemente presenta la mejor oferta.
Esta podría ser una señal de que las ofertas de menor calidad lo sean de forma intencionada.
- Ciertos proponentes desisten inesperadamente de participar de la licitación.
Podría ser también, que las ofertas se presenten con altos estándares de calidad entre si, pero que haya un acuerdo previo para desistir de la licitación, dejando solo un participante apto para ganar.
- El participante vencedor repetidamente subcontrata el trabajo de oferentes no adjudicatarios.
Esta sería una clara señal de pago de favores.
Aunque estas variables no necesariamente determinan un caso de colusión, al convertirse en patrones de comportamiento a lo largo de los procesos de licitación, se convierten en alerta. Existen otros casos para tener en cuenta que pueden ser consultados en la guía de la sic.
Competir por una licitación leal es posible. El estado pone a nuestro servicio los mecanismos necesarios y aunque no negamos las alianzas para la competencia desleal, una buena asesoría puede permitirnos participar de forma segura.